lunes, 28 de enero de 2013

La pedagogía del oprimido de Paulo Freire

En una sociedad donde la dinámica estructural conduce a la dominación de las conciencias, la pedagogía dominante responde a las exigencias de la cultura y de las clases dominantes.Así, mediante los métodos de opresión ejercidos, no se puede llegar a una liberación del oprimido; pues, el hecho de que el oprimido se encuentre en la posición que se encuentra no es más que el interés que tienen algunos de que esto continúe así, es la rentabilidad de la opresión y la lucha por mantenerla.
En un régimen de dominación de conciencias, los dominadores mantienen el monopolio de la palabra, con la que masifican y dominan. En esta situación, los dominados, para decir su palabra, tienen que luchar para tomarla. Aprender a tomarla de los que la retienen y niegan a los demás es un difícil pero imprescindible trabajo: es lo que Freire llama la Pedagogía del Oprimido.
Si la toma de conciencia abre camino a la expresión de las personas de sus insatisfacciones sociales, se debe a que éstas son componentes reales de una situación de opresión.
De esta manera, la práctica de la libertad sólo encontrará su fin en una pedagogía en la que el oprimido cuente con las condiciones necesarias para descubrirse a sí mismo como dueño de su propio destino.
El fin último consistiría en una pedagogía del oprimido, que resultaría liberadora, tanto para el oprimido como para el opresor.
Freire piensa y practica un método pedagógico que procura dar al hombre la oportunidad de redescubrirse, mientras asume reflexivamente el propio proceso en que él se va descubriendo, manifestando y configurando. Esto es lo que el autor llama "método de concientización".
El autorreconocimiento se plenifica en el reconocimiento del otro.
El método de Paulo Freire es, fundamentalmente, un método de cultura popular: concientiza y politiza. No absorve lo político en lo pedagógico ni enemista la educación con la política. El las diferencia, pero en una conjunción de un mismo movimiento: la búsqueda de la libertad.
Freire introduce un esquema de liberación:
Sectarización - Mítica - Alienable
Radicalización - Crítica - Liberadora
Des de este esquema muestra que aquél que teme a la libertad, con frecuencia la niega, pretende aparecer como alguien que defiende la libertad en última instancia, pero en realidad la teme.
La radicalización, expone, es siempre creadora, debido a la crítica constante que la nutre. Además, el radical, por estar inserto en un proceso de liberación, no puede enfrentarse pasivamente a la violencia del dominador.
El sectario no percibe o lo hace de manera errónea la realidad social. Así, los reaccionarios, ya sean de derechas o de izquierdas, a partir de su falsa visión de la historia, desarrollan formas de acción que niegan la libertad.
La persona radical, comprometida con la liberación de las personas, es tanto más radical cuanto más se inserta en la realidad que le rodea para, a fin de conocerla, poder transformarla mejor. Se compromete con los oprimidos para luchar con ellos por la liberación de ambos, como he dicho anteriormente: de los oprimidos y de los opresores.
Freire establece así una educación bidireccional: educadores y educandos, en la educación como práctica de la libertad, son, simultáneamente, educadores y educandos los unos con los otros.

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